miércoles, 29 de febrero de 2012

LA CAIDA DE UN LIDER

Héctor Ferrer-Ríos fue sin duda, un líder fuerte dentro del Partido Popular Democrático, hasta el pasado 23 de febrero de 2012. Desde ese día su caída estrepitosa no pudo ser detenida por nadie.

La llegada de las redes sociales a los medios de comunicación en Puerto Rico ha cambiado la manera en que las figuras públicas son vistas por el ciudadano privado. Es importante establecer que Héctor Ferrer NO es el único político señalado por un incidente de violencia domestica. Sin embargo, le tocó a Ferrer vivir el torbellino de información, especulación y conjeturas a través de las redes sociales, que tuvieron como resultado su salida fulminante del panorama político puertorriqueño.

Son muchos los políticos y funcionarios públicos de alto nivel que deben estar “miel sobre hojuela” con sus esposas, concubinas, amantes, novias, etc. Ninguno quiere experimentar por un solo minuto, el infierno que vivió el representante Ferrer.

“Demuestra ser un líder quien es capaz de percatarse de un problema antes que se convierta en crisis” Anónimo. Héctor Ferrer dejó que su problema se convirtiera en una crisis, y cuando se dio cuenta, era demasiado tarde. Su conferencia de prensa fue desenfocada, desinformada, y desesperada.

En la política moderna, los problemas deben ser atendidos con prontitud. El político no debe dejar espacio a especulaciones o conjeturas. Se deben ofrecer explicaciones claras y contundentes.

Si podemos dar marcha a atrás al tiempo, las primeras declaraciones de Ferrer tenían que producirse el jueves 23 de febrero de 2012. En ese momento debió haber denunciado la persecución selectiva de la que era objeto, y haber aclarado si en su hogar ocurrió o no, un incidente violento.

El espacio que Héctor Ferrer dejó vacío, lo ocupo la oposición política, Twitter, Facebook y la prensa. Ninguno de esos elementos mencionados tiene compasión a la hora de especular.

El político habla de lo que sabe, se calla lo que no sabe. Héctor Ferrer fue engañado por su esposa y su abogado. El contenido de la declaración jurada de su esposa ante los fiscales no le fue informado, y por esa razón, hizo el ridículo.

El político tiene esta única idea de que por gracia divina todo le es revelado, por lo tanto tiene autoridad de hablar sobre cualquier asunto. Eso es un grave error. Si Héctor Ferrer NO estaba seguro de cuales fueron las declaraciones de su esposa, debió haber guardado silencio.

Lo único que el pueblo de Puerto Rico esperaba que Héctor Ferrer dijera era “Ese día tuvimos una discusión que subió de tono. Estoy arrepentido de haber hecho pasar a mi esposa por toda esta situación. Amo mi familia, amo mi hijo, y quiero hacer todo lo posible por enmendar cualquier error que haya cometido. No soy un agresor, no soy violento, y jamás haré algo que dañe mi familia”.

Si Héctor Ferrer hubiese expresado eso, otra fuera la historia. Sin embargo, no podía decir eso, porque desconocía el contenido de la declaración de su esposa.

Esto significa que lo único que Héctor Ferrer podía hacer era declararse inocente de cualquier delito de violencia domestica, y mostrar arrepentimiento. No hizo ninguna de las dos cosas. No tenía todo el conocimiento. Alguien no le dijo toda la verdad.

La caída de Héctor Ferrer era inevitable, no actuó con prontitud, no fue honesto con el pueblo, no quiso reconocer su error, la única alternativa era la caída.

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